Estimados lectores de Todo un placer, como sabrán la semana pasada comenzamos con el concurso de relatos eróticos. Pues bien, nos ha llegado otro que pasaremos a reproduciros. Recordad que podéis enviar el vuestro en: relatos@todounplacer.com.
Sin más demora, aquí va:
Me llamo Thalia y tengo 19 anõs. Soy morena, mido 1,78m, peso 63 kilos, tengo los ojos verdes y cabello negro. Tengo trazos muy exóticos porque la familia de mi padre es de origen indígena y mi madre es italiana. Soy estudiante de derecho, pero hice un curso antes de entrar en la universidad. En ese curso estudiaba mucho y no tenía tiempo para salir con chicos. Nunca he tenido un novio de verdad, ya que mi padre era muy severo y siempre estaba en casa; así que no salía mucho de fiesta y no conocí a muchos chicos. Pero durante ese curso conocí a una persona. Se llama Pablo. Es un profesor de literatura. Joven, de 34 años, alto y cabellos castaños. A Pablo le gustaba salir con los alumnos del curso; era muy animado. Como siempre me ha gustado la literatura, empecé a hablar con Pablo… Él era muy cotizado entre las alumnas. Yo era muy tímida, vivía sola en un piso que aquilaron mis padres. Una vez en una de esas conversas Pablo me preguntó si me gustaría que él me prestase un libro de filosofía muy interesante. Le dije que sí con mucha excitación; me gustaban los hombres cultos. Pablo dijo que lo llevaría a mi piso porque estaba cerca de su casa. Estaba muy animada y decidí preparar una cena para Pablo. No sabía cocinar muy bien, pero hice algo simple y lo acompañé con vino. Lo preparé en una mesa pequeña que tenía en el piso. Me duché y dejé mi piel suave y perfumada como una flor. Tenía pocas opciones para arreglarme, así que lo hice lo mejor que pude: me puse ropa interior de color rosa y un vestido negro. Cuando sonó el timbre se me dibujó una sonrisa enorme en la cara. Pablo llevaba pantalones negros, camisa azul y un ramo de flores. Me puse tan contenta que no me pude resistir y le di un beso ardiente. Mientras nos besábamos, cerré la puerta y tiré las rosas y el libro en el sofá. Pablo me miró y me dijo que yo estaba mas guapa que nunca. Yo no podía decir nada, pero mis pechos ya lo decían todo. Yo nunca había hecho más que sexo oral con novios de colegio. Estaba fuera de mí con aquel hombre fuerte y caliente agarrándome. Me puse encima de la cama y abrí con temor las piernas. Delicadamente Pablo me quitaba el tanga, y mientras lo hacía me iba besando. Se volvió loco cuando me vio sin nada; me encantaba el sexo oral y Pablo lo hacía muy bien. Pasaba la lengua ferozmente, yo temblaba y gemía alto, no me importaban los vecinos. El chupaba mi clítoris mientras ponía un dedo en mi vagina virgen. Creía que iba a morir y de repente tuve mi primer orgasmo. Gritaba de placer mientras liberaba toda la miel en la boca de mi sexy profesor. Después de ese orgasmo tan fabuloso, me tumbé en la cama y necesité unos 10 minutos para incorporarme. Era preciso retribuir a Pablo, así que me puse de rodillas delante de él. Me dijo que siempre se excitaba cuando yo iba con falda al curso; cada vez aumentaba más mi dulce deseo. Puse las manos encima de sus pantalones y sentí algo. Le quité los pantalones y empecé a pasar la lengua. Él sudaba y suspiraba muy fuerte. Me quitó el sostenedor y lo tiró rápidamente al suelo; me llamaba de cadela y putita. Me decía que me quería comer entera, me puse roja y le confesé que era virgen. Él se excitó aún más y empecé a besar mi cuello. Yo también estaba muy excitada pero a la vez sentía miedo. Estaba tan lubricada que parecía caber perfectamente. Me dolió mucho pero luego me acostumbré. Con un poco más de tiempo conocí por primera vez la sensación de tener múltiplos orgasmos. No hubiese podido imaginar más placer que ese, así pues Pablo me habló de sexo anal. Debo decir que me encantó.